No es necesario irse a las montañas
En el mundo de hoy, existe el pensamiento de que un meditador es una persona serena que se resguarda en su montaña o isla, sea física o mental, y no se involucra mucho en los asuntos del mundo. Es el hombre de la cueva y las cavernas, que se aisla de todo y todos para encontrar un espacio tranquilo en el cual desarrollar su conciencia a cabalidad.
Cuando uno entra en los círculos de la meditación, no más empezar se escuchan frases como ¨déjalo ser¨, ¨evita la rabia, manten siempre la calma y entiende al otro¨ y¨la serenidad es el valor supremo¨.
Por otro lado, tenemos que la conciencia, entre más crece, hace más difícil la acción. Cómo defender el aborto cuando nos imaginamos con todo lujo de detalle las sensaciones del feto al ser estripado, o cómo decir que el gobierno no debe volverse caritativo con los pobres cuando estamos concientes de cómo se siente el hambre? Es dificil posicionarse frente al mundo sin un cierto grado de inconciencia, de indolencia, de olvido.
Además, la conciencia, entre más crece, hace que actuar sea menos cómodo y viable. Intenta esto. Lee cada palabra concientemente, reflexionando sobre el color, la forma de las palabras, la manera como las letras se unen para formar sílabas, palabras, oraciones e ideas. Lo que verás es que, si hicieramos todo concientemente, haríamos muy poco en un día, de hecho almorzando se nos podrían ir varias horas por sí solas.
No obstante, el mundo nos pide acción. La vida en cada momento exige que nos posicionemos, que hagamos, que defendamos, cedamos o ataquemos, que nos movamos o nos quedemos quietos, en fin, que decidamos. Quiere esto decir que la acción y la meditación son antagonistas? Que si se quiere alcanzar una iluminación espiritual se debe renunciar al ajetreo diario del Siglo XXI, o que si se quiere actuar efectivamente en el mundo cotidiano, no se puede tener una conciencia espiritual?
Mientras los monjes que se aislan del mundo pueden pensar una cosa, existen ejemplos históricos de religiosos que han salido del convento y han entrado en la sociedad. Por ejemplo, el padre Camilo Torres en Colombia practicó lo que se llama la Teología de la Liberación, involucrándose en procesos sociales y incluso con una guerrilla armada. Esta es la imagen del monje guerrero, una persona que no abandona ni su espiritualidad ni su relación con una comunidad humana, y que lucha por objetivos nobles que le dicta su espíritu.
La forma de conciliar la acción con la meditación es el servicio. La libertad y la acción siempre se refieren a un sujeto. La posición intermedia que concilia el afán por hacer desaparecer el ego y la necesidad de acción (que existe en todo momento), es una en la cual mi acción, así como lo que poseo (material o intelectual) debe estar siempre enfocada en retornarle algo al mundo, en el SERVICIO. Cuando un hombre se entrega a una causa superior a sí mismo, su ser se acoge.
Creo en la fórmula que Osho ha mencionado: los dos caminos son la meditación y el amor. La meditación es individual y trata de expandir tu propia conciencia, en una forma tal que es como cultivarse a uno mismo, para que? Para el amor, que es la acción de entregar, no por una supuesta obligación, como el catolicismo ha enseñado, sino porque tienes tanto dentro de ti que se desborda como agua en un contenedor. Es decir, la meditación y el amor son dos partes de un mismo proceso, y para que la acción sea amor, debe ser LIBRE de razones, motivos, predicciones y utilidad.
El servicio es el ejercicio de la generosidad, de la gratitud, del compartir con el otro lo que tenemos o hacemos. Por ejemplo, ¿de que sirve saber mucho sobre matemáticas, si es un conocimiento que habita sólo en tu cráneo y nunca lo compartes con el otro? ¿De qué sirve ser millonario si no expandes ese bienestar a tu familia, comunidad y tu ser amado?
Por eso, existe una acción espiritual, y se trata del servicio. Por esto, te invito hoy a que regales algo a alguien, un conocimiento, una sonrisa o un dulce, de una manera espontánea y desinteresada, y verás que los seres humanos somos capaces de algo más que el egoísmo, y que encontrarnos con esta parte de nuestro ser sí nos satisface.
